Un macho de ciervo ibérico durante la berrea, uno de los
fenómenos sonoros más impresionantes de la Península
Ibérica.
"La luz ensanchaba y el perdigón llenaba el campo con su cántico
ardiente y persuasivo."
De la parte del monte sonó una respuesta remota.
-¿Oye? El campo ya contesta.
Se puede decir que el paisaje sonoro es una consecuencia
del comportamiento animal. Una sucesión de voces que
se desarrolla en un escenario determinado, dotado de su
propia acústica, ya sea una laguna o un bosque, y en un
momento dado, lo que añade otros matices acústicos.
Una obra de arte sin artistas, que dura desde el comienzo
de los tiempos, pero sin ninguna intención, ya que todo es
el resultado de la suma de innumerables solistas que
cantan, reclaman, silban y se comunican mensajes muy
concretos pero dirigidos exclusivamente a sí mismos,
todo lo más a sus congéneres, y sin ninguna intención
de deleitar a terceros. Un concierto frío y ajeno a nosotros
al que sin embargo, por medio de nuestra capacidad de
evocación, otorgamos una calidez y un significado.
Un espectáculo, además, al que podemos tener la fortuna
de acudir en solitario, para disfrutar en exclusiva de una
representación que en realidad no lo es.
El universo sonoro es tan amplio como la naturaleza que
lo produce. Nos encontramos con todo tipo de llamadas
de los animales, desde los más monótonos y repetitivos
hasta aquellos capaces de elaborar largos y complejos
repertorios.
Por otra parte, cada atmósfera sonora tiene su propia
coloración, determinada por reverberaciones, distancias
y profundidades de campo, o por los elementos no biológicos:
aguas, viento, ecos, proximidades del horizonte, etc.
Semana a semana, en este podcast vamos a lanzar
diferentes miradas a la acústica natural. En ocasiones
anticiparemos lo que previsiblemente resonará en el
campo en las semanas siguientes. En otras explicaremos
el cómo y el por qué de las voces de los animales;
desmenuzaremos los paisajes en sus diferente elementos,
como quien desmenuza una composición musical.
Haremos recorridos sonoros por espacios naturales, a
manera de audioguía. Encontraremos la huella sonora
de la gente del campo. Pero también rastrearemos el sonido
de la vida en otros ámbitos: en la música, la literatura,
el habla, las onomatopeyas y los nombres vernáculos de los
animales, la toponimia...
Empieza la función. ¡Que no pare la música!
Un ruiseñor pechiazul
Los paisajes suenan, cantan, interpretan y por supuesto dicen.
Les oiremos murmurar con las mil entonaciones del viento
y de las aguas y la infinita gama de tonalidades que se
desprende de las caricias que esos dos elementos le dan
a todo lo que vemos. Pero dentro del panorama suenan,
sobre todo, sus solistas. También casi todos los inquilinos
del mundo no edificado expresan a través del sonido.
Todos necesitamos que se sepa de nuestro pertenecer
a un lugar, o a muchos. Pero allí oiremos también el
capricho, el esplendor de la primera creatividad, la alegría
que desata aprestarse a la renovación.
La Naturaleza usa infinitos lenguajes que apenas somos
capaces de comprender pero que si podemos disfrutarlos
con la seguridad de que todos ellos fundan la vivacidad
e intentan la belleza.
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