Doñana no está a salvo.
Ayer se produjo una afortunada carambola en Doñana.
El mejor humedal de Europa occidental celebraba el
Día Mundial de los Humedales paralelamente al
40 aniversario de la creación del Parque Nacional y se
producía también el 40 aniversario de la creación de la
gran organización conservacionista mundial WWF
(Fondo Mundial de la Naturaleza).
Precisamente, la ONG nació en las marismas del
Guadalquivir para recaudar dinero con el que comprar
un territorio salvaje que a punto estaba de convertirse
en un eucaliptal más del franquismo.
El acontecimiento reunió en el territorio de Doñana, que
estos días está a rebosar de aves que ocupan sus marismas
tras las copiosas lluvias de los últimos días, al director mundial
de WWF, Jim Leape; al secretario ejecutivo del Convenio
Mundial Ramsar, Anada Tiega; a la plana mayor de WWF
España; a los mejores expertos en linces, como Miguel Delibes
o Astrid Vargas; a la consejera de Medio Ambiente de la Junta
de Andalucía y a un granado grupo de periodistas internaciona
les y españoles interesados en la triple celebración.
«Doñana es uno de los humedales más importantes del
mundo. No sólo por su importancia como un lugar que alberga
una gran biodiversidad, sino porque de la gestión que aquí se
haga se puede conseguir experiencia para los miles de espacios
húmedos que hay en el planeta», dijo a EL MUNDO Anada Tiega.
Al responsable del Convenio Ramsar no se le escapa que Doñana
sigue estando amenazada.
Pese a ser un espacio que cuenta con todas las figuras de protección
existentes, con un plantel de guardas de todas las administraciones,
con decenas de científicos investigando en su territorio, con el
último felino de la margen norte del Mediterráneo y con el apoyo
de todas las ONG ambientales, no deja de estar sometido a las
presiones derivadas de las actividades humanas en
su entorno.
Principales riesgos
Quizá, en este momento, la mayor amenaza se encuentra en
los miles de hectáreas de los productivos y rentables
cultivos de fresa, que se expanden más allá de la legalidad
y que absorben el agua que necesita este gran humedal del
Sur de Europa. Mientras Doñana no crece, los cultivos se
expanden. Ahora son las fresas; antes el arroz y el algodón.
Y con ellos la población que no cesa de crecer:
más de 180.000
personas viven y se alimentan en la comarca.
A los desafíos a
los que se enfrenta Doñana hay que buscarles
salidas que hagan
compatible el desarrollo de la comarca,
pero también la
conservación de esta «joya de la corona» de
la naturaleza en España.
«Lo que ocurre es lo contrario a lo que debe
hacerse», afirma
el director de WWF España, Juan Carlos del Olmo.
«Aguas arriba
del Guadalquivir hay muchas actuaciones
de gran impacto en
Doñana; la mayor es el dragado del río
hasta Sevilla, que
puede modificar todo el sistema hídrico»,
añade Del Olmo.
Pero también denuncia el proyecto de
la refinería que
se quiere construir en Extremadura,
que obligaría a
construir una terminal petrolera en Huelva.
Además, hay
otra preocupación: una carretera variante que rodea
la aldea del Rocío y que convierte los actuales dos carriles
en cuatro vías circulatorias.
No lo dice cualquier ONG. El aviso proviene precisamente
de aquellos que hace cuatro décadas adquirieron las primeras
6.000 hectáreas de terreno para salvarlo.
Después lo donaron
al CSIC, que montó la Estación Biológica de Doñana
para investigar en ese espacio natural.
Aquella aventura conservacionista que unió a naturalistas
extranjeros y españoles, con José Antonio
Valverde y Félix
Rodríguez de la Fuente a la cabeza,
fue ayer recordada en
Doñana. Especialmente por la presencia de uno de los
personajes de los 60, Luc Hoffman, que con cerca de 90
años y ayudado por sus bastones recorrió las pasarelas del
arroyo de La Rocina.
El millonario suizo, dueño de un conocido laboratorio
farmacéutico es uno de los mecenas más constantes de
la naturaleza mundial. Como ayer dijo a EL MUNDO,
se encontraba «muy satisfecho de volver a ver la marisma».
Hoffman no perdió mucho el tiempo en declaraciones;
estaba más interesado en encuadrar su telescopio y
disfrutar de la visión de las aves. Un calamón,
un ave con un exultante pico rojo le hizo exclamar:
«¡Magnífico!, mereció la pena»
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