Uno de los momentos clave en la historia de la Evolución fue
la transición desde los grandes peces con las primeras
adaptaciones a la vida en tierra firme hasta los híbridos
entre pez y reptil que poblaron por primera vez los continentes.
Ese paso fundamental ocurrió en el Devónico, hace entre 380 y
360 millones de años, y casi todo el mundo mantiene en su
imaginario la instantánea de ese híbrido -recientemente
identificado como 'Tiktaalik roseae'- saliendo de las aguas
y caminando por una orilla con sus aletas a media
transformación en patas, algo que no ocurriría hasta la
aparición del Acanthostega.
Sin embargo, el regreso de los grandes mamíferos al agua,
más de 300 millones de años después, ha pasado ampliamente
desapercibido en los manuales de biología. Un grupo de
investigadores liderados por Philip D. Gingerich, director
del Museo de Paleontología de la Universidad de Michigan,
publica hoy en la revista científica 'PLoS' el hallazgo de dos
nuevos fósiles que revelan datos esenciales sobre
la evolución de las características necesarias para la
transición de las ballenas de la tierra al mar.
«Hay muchos fósiles, la mayoría muy fragmentados, que
documentan esa transición. Pero los ejemplares que
describimos son los primeros que aportan datos
sobre el nacimiento, el crecimiento y el desarrollo de
estos animales», afirma Gingerich a elmundo.es.
Fósil de la hembra con el feto teñido de azul.
Los fósiles, hallados en Pakistán, corresponden a un macho
y una hembra con un feto en su interior, lo que ha
motivado que los investigadores bauticen a la nueva
especie como 'Maiacetus inuus' (en referencia a las palabras
madre ballena y a un dios romano de la fertilidad).
El feto estaba colocado cabeza abajo como ocurre en los
mamíferos modernos, y al contrario de lo que ocurre en las
ballenas. «Esto evidencia que estos animales daban
a luz en tierra», dice el investigador. Además, los fósiles
poseen grandes dientes bien preparados para cazar y comer
peces, lo que sugiere a los científicos que estos ejemplares
vivían en el mar y que, probablemente, salían al exterior
para descansar, aparearse y parir.
«Casi todo, excepto la respiración, cambió durante esa
transición. Poseían cuatro patas modificadas para
la natación y, aunque podían soportar su peso en tierra,
no podrían llegar muy lejos», dice.
2 comentarios:
gracias sony por estos articulos tan interesantes que publicas
Gracias también, ¡qué interesante!
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